Para variar, empecemos por el principio. Ahí estamos esperando al autobús. La escarcha en la hierba y los abrigos de los "personajes" os darán una idea de la "rasca" mañanera que nos acompañó.

No fue mucho rato, pues a eso de las 9 menos cuarto salimos en dirección a Valladolid.

Esto de los conciertos didácticos se lleva a cabo en el Centro Cultural Miguel Delibes, un edificio muy alto y cuidadísimo, con el interior en madera y las mejores condiciones de sonoridad.

El concierto fue fenomenal. Un narrador (Fernando Palacios) nos explicó cómo la música contaba la "Historia del elefante Babar", un elefantito que se pierde en la ciudad, se pone un traje, come helados, juega con sus amigos y otras cosas hasta que lo encuentra su madre.

Un lujo disponer de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, unos 60 músicos con todos los tipos de instrumentos: viento, metal, percusión...

Al salir nos pusimos las pilas con unos buenos bocatas. Si se fija uno bien aprende: el sistema consiste en comerse primero las chucherías y luego el bocadillo. Así, si sobra algo no es lo importante ¿entendéis?

Después cruzamos un ratito al Carrefour -¡uy, que no se puede hacer publicidad!- por que nos pillaba enfrente y a alguno le daba algo si no gastaba los euros en lo que fuera.

Ahí tenéis a Santiago indicando el lugar exacto al que había que volver para reunir al grupo. Al fondo, un poco borrosos por la velocidad de "escape", los futuros compradores a punto de convertirse en tales.

A algunos hubo que convencerlos para que no comprasen un hamster o un pez, que hubo ocurrencias para todos los gustos.

En el autobús de vuelta hubo que dedicarse a comer las viandas adquiridas o a enseñar las compras.

Más o menos eso fue todo, que no es poco para una sola mañana. Tuvimos una experiencia poco habitual en cuanto a la música y lo pasamos igual de bien el resto del tiempo.

En nuestro rincón del alumno tenéis algún dibujo de los chicos sobre esta excursión. Si pincháis aquí iréis directamente.